martes, 27 de septiembre de 2011


EJERCICIO DE ETIMOLOGÍA


Te planteamos un sencillo ejercicio. A partir de una misma palabra latina vas a derivar dos en castellano; son palabras distintas, pero con una cierta relación en su significado: las palabras patrimoniales y los cultismos. Las primeras son las que proceden del latín por evolución a lo largo de los siglos y han sufrido una profunda transformación(novum>nuevo). Los cultismos, en cambio, fueron introducidos en nuestra lengua en épocas posteriores y no sufrieron evolución, pareciéndose bastante a la palabra latina de la que derivan: oculum>ocular.

Plenum    
Aquam    
Audio    
Capram    
Corpus    
Ferrum    
Flamma    
Focum    
Fumum    
Inter    
Lacrima    
Linguam    
Magister    
Matrem    
Noctem    
Novem    
Octo    
Oculum    
Pauperem    
Patrem    
Populum    
Post    
Scholam    
Taurum    
Tempus    
Vitam    


Relaciona las palabras castellanas de la columna central con su étimo latino en la columna de la izquierda y con otro término emparentado de la columna de la derecha:

TAURUM            HIJO             POSTERIOR
ROTAM              VIDA            DOMINAR
BOVEM              HUESO         OSARIO
TEMPUS             ESCUELA    TAUROMAQUIA
FILIUM              RUEDA         HOSTIL
DOMINUM        BUEY            ROTACIÓN
PLORARE          POSAR          PLAGA
HOSTEM            DUEÑO         BOVINO
VITAM               TORO             ESCOLARIDAD
OSSUM              HUESTE        TEMPORAL
POST                   TIEMPO         VITALIDAD
SCHOLAM        PUES              FILIAL
DELICATUM   LINDE           RADIOLOGÍA
CLAVEM           FRÍO              MUTACIÓN
PAUSARE          LLAGA          IMPLORAR
INTEGRUM       DELGADO    LIMÍTROFE
MUTARE           RAYO            FRÍGIDO
LIMITEM           LLAVE          INTEGRACIÓN
RADIUM            MUDAR        CLAVIGERO
FRIGIDUM        ENTERO        DELICADO
PLAGAM           LLORAR       PAUSA


La Cultura Clásica y la Publicidad  

Las palabras clásicas suenan bien y dan prestigio, según los expertos.
¿Qué tienen el latín y el griego que las empresas recurren a ellos para convencernos de sus bondades? ¿Por qué nos invitan a invertir en Criteria o en Solaria o en Dinamia o en Eolia y una carta de vinos parece una traducción de Julio César?
De la vieja moda de nombres anglosajones para inducir la idea de que el producto era novísimo y eficaz sólo quedan, entre las 128 que integran el mercado continuo de la bolsa española, cuatro cuya denominación remita al inglés. Son Bankinter, Service Point, Jazztel -todas ellas añosas- y la más joven Vueling. Frente a ellas, sólo en este año, se han estrenado en el mercado Realia, Solaria y Criteria, que se suman a las también relativamente nuevas Logista y Dinamia o a veteranísimas como Argentaria. Y fuera del continuo, Itinere, Globalia, Eolia.
Como comenta con humor el académico de la lengua y lexicógrafo José Antonio Pascual, los nombres de inspiración anglosajona tienen ya su más importante reducto en los 'pubs', que usan el genitivo sajón -ese 'Diego's', por ejemplo, que tanto luce en bares de carretera-, y en las peluquerías, en esta ocasión con esa 'coma volada' al principio de la palabra: "S'tilo".
Y si de los nombres de las empresas pasamos a las marcas de sus productos, el aluvión es mayor. Una carta de vinos es una clase de latín o de griego: Oremus, Aurus, Primium, Augustus, Plácet, III Milenium, Thermantia, Protos. Claro que en vinos es comprensible, nadie asocia lo anglosajón con los placeres; y con los del gusto, menos.
Pero también ocurre con las marcas de los coches: Vel Satis, Modus, Clío, Signum, Focus, Transit, Phaetón, Auris, Prius, Micra, Ypsilon, Fabia, Octavia...  El fenómeno es universal, no sólo español. Hasta en productos con tan poco brillo social como los jabones para fregar platos nos encontramos un 'Quantum' y una variedad 'Supra plus'. El griego da prestigio.
Fernando Beltrán, fundador de la empresa 'El nombre de las cosas', dedicada  a crear nombres para empresas, dice que la moda se explica porque "las palabras clásicas son eufónicas -suenan bien- e internacionales, pues se entienden en casi todos los idiomas occidentales". Además "aportan prestigio a lo que nombran, el prestigio de lo clásico, lo que acaba dando un valor de garantía y seriedad a esas empresas o productos nombrados".
A José Antonio Pascual el asunto le hace gracia: "Abandonamos el conocimiento de la literatura clásica, no sabemos qué son las sirenas, que volaban, ni que Calypso había tenido allí, en la isla, a Ulises, y sin embargo estamos creando marcas con el latín y el griego. Es muy bonito".
"Yo tengo hecho -añade el académico- un trabajo sobre el 'alia', que se ha convertido en un sufijo nuevo -habitalia, noctalia, realia, animalia...- que parece evocar una gran estructura, con apariencia de colectivo y da prestigio. He recopilado ya unas 200 palabras con esta terminación".
También a Fernando Beltrán le parece "curioso que se supriman las asignaturas de latín y griego de los estudios de bachillerato, considerándolas casi como asignaturas anacrónicas y anticuadas, y el mundo de las marcas -teóricamente el que refleja 'el latido' del marketing y la comunicación más actuales y vanguardistas-, esté al tiempo inspirándose en el mismo y con resultados sorprendentes entre las generaciones más jóvenes".
"Están ya por todas partes", añade Beltrán, "mientras que antes casi se utilizaban exclusivamente en ámbitos culturales, académicos, o en el mundo de la medicina, que siempre fue amigo de los nombres de origen clásico, por ser fieles al nombre original de los componentes de cada medicamento".
Pascual lo expresa diciendo que "el exceso banaliza". Si se saturan tanto los términos latinos que hasta se relacionan con un detergente, puede pasarles lo que a la música clásica. "Lo peor que te puede ocurrir es oír una musiquilla clásica asociada a un detergente. 'Lave su ropa con persil' ha machacado la 'Marcha nupcial'".
Así será en el futuro, pero desde luego no es el caso ahora mismo, como demuestra Aquaria, que ha rizado el rizo del amor al clasicismo cambiando su nombre latino por el no menos clásico de Fluidra, con esa referencia al término griego que designa el agua: hidra. Y ello, por su salida a Bolsa.
O el de la recién aparecida en los mercados Criteria, cuyos responsables defienden que el término, que procede del griego 'kriterion', evoca inmediatamente el 'criterio' castellano. "Remite al buen juicio con el que La Caixa realiza sus inversiones", según esta entidad financiera.

Paco Torralbo | Madrid | EFE 03/11/2007

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